ESCENA XI

 

[De nuevo en el trabajo de la Real Capilla.]

 

LOCO 3º

De casa de Doña Lucía

¿no sabéis la novedad?

 

LOCOS 1º, 2º y 4º

No.

 

LOCO 3º

Esta mañana ha enviudado

 á las cuatro poco más.

 

LOCOS 1º, 2º y 4º

Ya.

 

LOCO 3º

Es una lástima verla.

 

LOCOS 1º, 2º y 4º

Ya.

 

LOCO 3º

Qué traspasadita está.

 

LOCOS 1º, 2º y 4º

Ya.

 

LOCO 3º

Lo mejor es que ha enviudado

sin poderlo ella estorbar.

 

LOCOS 1º, 2º y 4º

Ya.

 

TODOS

Quién se lo dijera á ella

¡En qué has venido á parar!

 

Viuda de cinco maridos

con tan grande habilidad

que uno á uno todos cinco

has sabido despachar.

 

Pobrecita,

¡qué traspasada estarás!

 

LOCO 3º

Uno fue tuno de aquellos

de playa cerero y pegote

que sin ganar nada, de toros,

comedias,

 siempre disfrutaba.

Era uno de aquellos

de costumbre rara

que á escarpín sudado

les huele la casa.

Jugaba continuo,

con trampas ganaba,

la mujer reñía,

 gritaba y rabiaba.

Pero ella era cosa

para él olvidada

y en unos novillos

que hubo en Fuenlabrada

le mató uno de ellos

 de un par de cornadas,

quedando la pobre libre

de tal maula.

 

TODOS

Quién se lo dijera á ella.

¡En qué has venido á parar!

 

Viuda de cinco maridos

con tan grande habilidad

que uno á uno a todos cinco

has sabido despachar.

Pobrecita,

¡qué traspasada estarás!

 

LOCO 3º

Fue su dichoso segundo marido,

un mozo gallardo como un pepinito,

buscado de damas, amado y querido.

Era de las casas cómo el candilito:

en casa apagado, fuera muy lucido.

Después de estas cosas era celosito:

á Lucía encerrada deja en el cuartito,

marchando a bureo nuestro cupidito.

Se queja, lo prenden, se mira con grillos,

de pena le casca un gran tabardillo,

se muere, le entierran y á Dios maridillo.

 

TODOS

Ya. Quién se lo dijera á ella.

¡En qué has venido á parar!

 

Viuda de cinco maridos

con tan grande habilidad

que uno á uno a todos cinco

has sabido despachar.

 

Pobrecita,

¡qué traspasada estarás!

 

LOCO 3º

Casa muy breve con un extranjero,

que toca, que canta, que baila el bolero,

y murió una noche comiendo buñuelos.

Casose aquel año con un mesonero:

llevó mucho palo, se formó un pleito,

ganó la querella, muere el majadero,

quedando ella rica por el quinto, y tercio

entró con el quinto que es el quinto muerto

de edad avanzada, machucho en extremo,

con caudal, sin hijos, muy duro de genio:

y hoy sin saber cómo se ha quedado tieso.

 

TODOS

Ya. Quién se lo dijera á ella.

¡En qué has venido á parar!

 

Viuda de cinco maridos

con tan grande habilidad

que uno á uno a todos cinco

has sabido despachar.

 

Pobrecita,

¡qué traspasada estarás!

Vamos pues á consolarla

en su tristeza mortal

cuidado cómo reirse

 que el trago no es para más.

 

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